Los Dalton

Los Dalton surge de la colaboración entre Miguel Fructuoso, María Sánchez y Miguel Ángel Tornero. El punto de partida de esta exposición es el daltonismo, alteración visual que provoca dificultad para percibir los colores. Cuando Miguel Ángel Tornero y María Sánchez iniciaban conversaciones sobre la manera de afrontar este proyecto en 2019, conocieron que su amigo y pintor Miguel Fructuoso acababa de ser diagnosticado de daltonismo. Esta casualidad inició una intensa colaboración entre los tres que se ha materializado en una serie de obras —pinturas, vídeos e instalación— que parten de la complejidad en la búsqueda de consenso sobre el color para, a su vez, cuestionar incluso las convenciones más universales. A la negociación cromática se une la negociación que requiere la dimensión colaborativa del proyecto, cuyos integrantes han de dejar a un lado su práctica individual para dar lugar al acuerdo. Según los propios artistas, las piezas que conforman la exposición son el documento procesal de un tránsito y un intento —tal vez improductivo, por imposible— de ponerse en el lugar del otro.

En 2020 se expuso una primera iteración de este proyecto en Dilalica. Posteriormente Los Dalton ampliaron el número de obras en diálogo con la producción pictórica del pintor granadino Jose Guerrero, en la que el uso del color es un aspecto central. Los resultados se expusieron en el Centro José Guerrero en 2023.

Los test de Ishihara consisten en unos dibujos circulares que contienen números en una gama de colores que oscilan entre los verdes y los rojos, y que se usan para el diagnóstico del daltonismo; la capacidad de distinguir el número respecto al fondo es lo que determina si alguien es o no daltónico y en qué grado. Los artistas seleccionaron algunos de los test —concretamente aquellos en los que Miguel había fallado— y los imprimieron en gran formato para que Fructuoso, acompañado de Sánchez y Tornero, tratara de reproducirlos. En algunos casos, esa reproducción pudo ejecutarse exitosamente, si bien no gracias a la correcta percepción del color de Fructuoso, sino a su capacidad para igualar un tono a otro aunque no lo percibiera con exactitud. El resultado es una serie formalizada en dípticos. La obra de la izquierda es una impresión ampliada de la lámina del test, en cuyo margen Fructuoso pinta catas de color buscando replicar el tono de cada uno de los círculos. A la derecha de esta, se halla la nueva reproducción pintada. En algunas ocasiones el artista no puede distinguir entre los tonos y hacer una copia fiel al original; en otras, a pesar de no ver el símbolo que oculta la lámina original, es capaz de igualar los tonos y realizar una copia prácticamente exacta. Este proceso de trabajo, de ensayo y error, quedó registrado en la pieza de vídeo El camino de arriba.

La metodología de la copia, ese intento de reproducir el color desde una percepción distinta, se aplica en el contexto de esta exposición a tres pinturas de José Guerrero: Oferta con rojo, Verde de sapén y Verde oliva conviven con su versión daltónica. Las tres pinturas originales fueron procesadas por un filtro digital que simuló los colores tal y como los vería un daltónico severo, para a continuación ser replicadas en pintura en ese color. El público se ve así forzado a ver desde la perspectiva de otros ojos, los de un daltónico. Este gesto pictórico parte de una anécdota histórica, relacionada con la amistad que existió entre Guerrero y Bill, nombre con el que el pintor se dirigía a William Talbot, escultor daltónico muy amigo de la familia. Según Tony Guerrero, hijo del pintor granadino, la esposa de William recordaba con cariño las conversaciones en las que Bill le pedía a José que tratara de evocarle los colores. Tal sería su influencia que, desde entonces, Talbot introdujo elementos de color en sus esculturas de cemento. Junto a las pinturas originales, las réplicas de las pinturas de Guerrero manifiestan las diferencias de percepción visual de los dos amigos.

En un gesto similar, pero esta vez en formato audiovisual, Desdoblamiento daltónico de José Guerrero confronta el vídeo de Alberto Portera Guerrero pintando un cuadro (1968) con una réplica que ha sido manipulada aplicando un filtro que simula una alteración en la percepción del color. Ambos vídeos pueden verse en dos monitores uno al lado del otro.

El vídeo Romance sonámbulo daltónico reproduce la experiencia de percibir los colores como un daltónico en un navegador de internet gracias a la aplicación Sim Daltonism. Las búsquedas de Google vienen dictadas por el poema Romance sonámbulo de Federico García Lorca, dando lugar a cierta tensión entre la escucha y la mirada. Los resultados se convierten en una acumulación visual de banco de imágenes, una iconografía universal dictada por el propio algoritmo de Google, que en este caso permite cuestionar una doble convención: la el color y la del estereotipo.

Para la instalación temporal Línea los artistas convocaron a treinta personas daltónicas de Granada para que pintaran de forma colectiva una línea de color que rodea las paredes de la sala, ocupando así uno de los espacios principales del museo. Cada participante eligió un color de entre más de cien tonos de pintura, intentando reproducir el tono del último tramo pintado. De esta Línea emergen cuestiones que van más allá del gesto pictórico, sino que apuntan a la imposibilidad del lenguaje, sea del tipo que sea, de transmitir con total exactitud cualquier idea.

En la línea del reconocimiento y reconciliación con nuestras rarezas y percepciones alteradas, el vídeo Ser verde pretende ilustrar, esta vez con herramientas domésticas contemporáneas, aquella canción de Barrio Sésamo en la que la Rana Gustavo, en un entrañable y lúcido ejercicio de análisis, enumeraba alguno de los motivos por los que «no es tan fácil ser verde».