Al alcance

16 de marzo al 4 de junio de 2022

en Dilalica, Barcelona

Las obras de Elena Aitzkoa, Esther Gatón y Mercedes Mangrané reunidas en Al alcance tienen en común la investigación de dos conceptos: la escala y los materiales. Una escala que no es solo una medida de proporción y correspondencia —al cuerpo, a un espacio, a un objeto—, sino que también determina unos trabajos que enlazan con su realidad inmediata, apoyándose en temáticas y materiales que están, precisamente, al alcance, que les son cercanos.

Todas las obras comparten cierta idea de reconstrucción en sus procesos, con técnicas de borrado y añadido que se repiten diversas veces. Un hacer, deshacer y rehacer, un poner y quitar alejado de los procesos de producción pautados o prediseñados. Más bien al contrario, es una dimensión intuitiva —en la que la idea misma de destrucción está muy presente— la que conduce al resultado deseado.

Los agujeros y la presión atmosférica son demasiado viejas es el título del grupo de esculturas de Elena Aitzkoa. Como menciona la investigadora y comisaria Soledad Gutiérrez, “su práctica artística parte de lo cercano, de las personas, los lugares, las sensaciones que la rodean y las conversaciones que la alimentan: el municipio de Apodaka, los meandros del río, el barro, las hojas, Mikel, volver a casa, ver amanecer, la lluvia o el olor a humedad”. Fruto de esta experiencia cotidiana se acumulan objetos, ramas, tejidos, piedras, maderas, barro y otros materiales que se entrelazan, se acumulan, se tiñen los unos a los otros. Las esculturas devienen desde un proceso de transformación continuo en el que el origen se pierde debido al hacer-rehacer y en donde el error o la casualidad están también muy presentes.

One Hammer Coming Your Way, de Esther Gatón, es una serie de dibujos realizados sobre unas telas de lino teñidas de cúrcuma. Durante los años 2020 y 2021 la artista convivía con una persona que consumía chupitos de cúrcuma a diario —para incrementar su inmunidad—, dejando rastros amarillos en diferentes lugares del hogar. Sin pensarlo mucho, influenciada por la presencia de ese color, Gatón empezó a teñir las telas. “Las teñía en una olla con diferentes proporciones de polvo de cúrcuma, a veces añadía algo de remolacha u óxido de hierro, las secaba al sol, dibujaba sobre ellas, las volvía a teñir, y a dibujar otra vez, de manera que algunas partes de esos dibujos se difuminaban en capas, y le iban añadiendo una profundidad descontrolada a las superficies”. En los dibujos vemos muchas cosas pero nada a la vez, no estamos ante una abstracción total. Sin embargo, hay suficiente trazo, un lenguaje propio, la sugerencia de completar y mezclar elementos y contenidos que normalmente no estarían juntos.

Las pinturas de Mercedes Mangrané incluyen, por una parte, investigaciones en clave imaginativa sobre las tecnologías de diagnóstico de la imagen —ecografías, ondas sonoras…—, una temática que se relaciona con la realidad inmediata de su embarazo. Por otra parte, incluyen una serie de obras que interrogan el concepto de apertura. En un despliegue cromático que juega con los degradados, desbordes, incisiones en la materia y la rotura de la superficie, la espátula juega estableciendo una serie de registros que oscilan entre el gesto reparador y el destructor.

Acompañando las obras, esparcido en el espacio, se puede leer el poema We Pulled Down the Sky de Michael Lawton, una reflexión inspirada por las obras, en un orden desordenado, y por la propia domesticidad del escritor y artista.